jueves, 7 de marzo de 2013

TOP 10 CINE


Anticristo: El particular descenso al infierno de Lars Von Trier 
Nature is Evil’s church

La maldad ha sido representada en el séptimo arte mediante diversas y espeluznantes formas: posesiones infernales (El exorcista, La profecía, La semilla del diablo), psicópatas atormentados por oscuros traumas (Psicosis), infantes receptáculos de miedos atávicos (The Ring), seres de ultratumba ávidos de vísceras y sangre (La noche de los muertos vivientes, Drácula), etc.; pero nunca la maldad había sido depurada hasta su mínima expresión, nunca el espectador se había enfrontado cara a cara al acto más puro de maldad jamás concebido; ese es el milagro que ha conseguido Lars Von Trier. La boca del infierno abre sus fauces para el cineasta danés que no duda en descender, arrastrando tras de sí a todos sus incautos seguidores…

Todo en esta película es especial, empezando por las circunstancias que rodearon la génesis del proyecto. Esta nueva andadura creativa se inició cuando el director se encontraba sumido en una profunda depresión, situación que le enfrontó al miedo más atroz que puede experimentar un artista que se nutre de su creatividad: su hasta entonces fértil imaginación y hipercreatividad estaban agonizando; como él mismo ha declarado en la entrevista que concedió a Knud Romer, que trabajó con él en Los Idiotas: “ya todo me daba igual, el rodar Antichrist fue un proceso terapéutico en el que quería demostrarme a mi mismo que podía volver a explicar historias y a dirigir”. ¡Y vaya si ha podido!

Antes de proseguir debo alertar a los lectores que todavía no hayan visionado esta película que se detengan ya que a lo largo del artículo desvelaré puntos clave de la trama. La pretensión de este artículo es analizar e intentar comprender el vasto imaginario y microcosmos que encierra el filme y para ello se debe proceder a una disección pormenorizada del mismo.

Como Strindberg, que entró en una profunda crisis existencial que le situó al borde de la locura y gracias a la cual surgió Inferno (1897), una de las lecturas que junto con Anticristo de Nietzsche más han influido al director danés en este proyecto. Él mismo confiesa en la entrevista concedida a Knud Romer que Anticristo de Nietzsche “es mi libro de cabecera desde los 12 años”.

 

La enajenación no supone para Strindberg una ofuscación en sus facultades creadoras, sino que en él se manifiesta como una forma exclusiva de relacionar ideas y crear, así espoleó también la depresión a Lars en el desafío creativo que cristalizó en este provocador filme. El argumento de la novela explora el mismo territorio incógnito y aterrador que la cinta del creador del movimiento Dogma: el ciclo permanente del sufrimiento y la penitencia. En el caso de Antichrist, la penitencia se transfigura en liberación, la liberación del personaje femenino que da rienda suelta a su obsesión por la inflicción del dolor, tanto a los demás como a ella misma; para renacer en una especie de supermujer desatada en la ferocidad de sus impulsos y sus instintos, poseída por el espíritu maligno de su propia naturaleza, la femenina; ya que ha interiorizado el discurso misógino de toda la tradición derivada del cristianismo y la visión de Eva como portadora del pecado original, la carnalidad y la desviación sexual que alimenta al maligno y corrompe al hombre.

Pero vayamos poco a poco o corremos el serio riesgo de perdernos en esta amalgama de influencias e imaginerías varias. Yo la primera

Empecemos con la sinopsis: “Una pareja sumida en el dolor se retira a una cabaña perdida en medio del bosque, llamada “Edén”, con la esperanza de que el contacto con la naturaleza cure sus corazones rotos y su tambaleante matrimonio. Pero la naturaleza sigue su curso y las cosas no van como hubieran deseado”. (Sinopsis facilitada por Golem distribución).

El filme está dividido en varias partes/actos situándolo en una estructura cercana a la literatura o a la dramaturgia. Arranca con una serie de secuencias en blanco y negro deliberadamente ralentizadas en las que Lars nos plantea una vida marital y familiar idílica: una pareja disfruta de unas relaciones sexuales apasionadas que se contraponen a un hermoso niño rubio, sin duda fruto de este amor tan espléndido. Pero este entorno apacible se quebrará con un fatídico suceso: el hijo de la pareja se precipitará por una ventana de la casa aparentemente debido al descuido de ambos y morirá. Como se arruinó el orden idílico del jardín del Edén cuando Eva comió del árbol prohibido y desató al Maligno.

Este horroroso hecho es el punto de inflexión, la anécdota de la que se sirve el cineasta para desarrollar su análisis sobre el dolor, el sufrimiento y la maldad. El blanco y negro desaparece para dar paso al color (la naturaleza es una explosión de color, de sensualidad y sobretodo de pulsiones incontrolables); será la Naturaleza el símil perfecto para hablarnos del proceso por el que atravesará la protagonista de la historia (un auténtico descenso a lo más oscuro, obsceno e indomable que se esconde en la naturaleza humana). El Bosco captó como nadie la sensualidad y el magnetismo de la naturaleza y también como nadie supo retratar la depravación de la naturaleza humana. En esta, una de sus obras más conocidas, El jardín de las delicias, observamos una infinidad de cuerpos desnudos practicando actos lascivos poseídos por el espíritu dionisiaco, el espíritu del exceso, de los instintos, de las pulsiones y el sexo como catarsis, el éxtasis mayúsculo de todos ellos. En Antichrist serán varias las escenas de sexo de las que seremos testigos, ya que Ella utilizará el contacto carnal con su marido e incluso con ella misma para calmar su dolor y a la vez para seguir su transformación, embriagándose de la libertad de dar rienda suelta a su naturaleza. De todas las secuencias de sexo explícito que aparecen a lo largo del metraje cabe destacar la que ha sido escogida para la campaña publicitaria como icono del filme: el coito que la pareja realiza en la base de un árbol anciano, de caprichosas y sinuosas formas que alberga en su carne decenas de figuras humanas retorciéndose al ritmo del deleite sexual de los protagonistas. Este árbol es la alegoría de la fuerza de la naturaleza, el símbolo del árbol prohibido del jardín del Edén, porque su fruto condena al ser humano a vivir sumido en el dolor. Y ¿Cuál es el fruto que tentará a Ella, la particular Eva forjada por la imaginación del realizador?, ¿Cuál la semilla que generará su metamorfosis, su transformación? La respuesta la hallamos en su tesis sobre las torturas infligidas a mujeres que llegará a obsesionarla hasta tal punto que su pequeño e indefenso hijo padecerá la primera incursión en el campo de la inflicción del dolor. Será la primera víctima de su “locura”.



Pero no cometamos el error de conformarnos con el maniqueísmo de: locura=malo y razón=bueno. Analicemos a los dos personajes, sus actos y objetivos en términos nietzscheanos como creo debemos hacerlo, pues Anticristo es el nombre que Lars decidió darle a su historia.

Los personajes de Él y Ella son antitéticos y generan un binomio que le sirve al director danés para desarrollar su discurso sobre el dolor, el sufrimiento, el miedo y la maldad.

Ella: Representa la visión trágica o dionisíaca nietzscheana: los instintos y la fuerza de la naturaleza desatada. En cierta manera es la supramujer ó supermujer nietzscheana ya que abraza sus impulsos y abandona y destruye los símbolos que apoyaban el rol de la mujer que no quería ser (su marido y su hijo). Nietzsche mató a Dios para liberarse de la carga de la moral que oprimía a su verdadero yo y con ello nació el Superhombre, libre para crear sus propios valores. Ella querrá matar a Él ya que es el símbolo de todo lo que odia.
En parte es vengadora de todas las mujeres torturadas por la Razón, acusadas de brujería, de herejía, adulterio y mil y un crímenes más por ser diferentes o simplemente habiendo cometido el terrible pecado de formar parte del género equivocado, ya que aplica a su hombre, Él, que representa de forma genérica a todo el género masculino, las torturas que durante siglos soportó el género femenino.

Él: Representa la visión apolinia nietzscheana: la razón, el equilibrio, el regirse por unos valores que no le son propios, que le alienan; en este caso los de la psicología que le deshumanizan completamente.
Es el amante y abnegado esposo que desea ayudar a su mujer a superar el dolor causado por la pérdida del hijo de ambos. Es terapeuta y se servirá de varias técnicas para evitar que su mujer pierda el juicio. A priori y por el planteamiento que el mismo Lars le da a este personaje en la película podríamos pensar que éste es la parte positiva del binomio: él intenta salvar a su mujer, es la víctima de las torturas y además descubre que su mujer también torturaba a su hijo y que planeó su muerte… Pero debemos escarbar un poco en esta superficie ya que el director también pretende alertarnos de la peligrosidad que subyace tras la apacible máscara de la Razón; la Razón ha creado quizá más monstruos que la mismísima Locura. El famoso grabado de Goya El sueño del la Razón produce monstruos ya nos advertía de este peligro.

Lars comenta en la entrevista con Knud Romer que “los personajes masculinos de mis películas suelen ser unos idiotas que no entienden nada. En Anticristo también. Y claro, todo se jode”.
El “razonable” marido no exterioriza el dolor, no consuela a su mujer sino que la somete a una “auténtica tortura terapéutica” empujándola a afrontar sus miedos más atroces.
Y yo os pregunto: ¿quién es el sádico, el que se esconde bajo todo un sistema de valores socialmente aceptado (la psicología cognitiva, que puede llegar a ser muy cruel en sus planteamientos) o la que desea explorar la fascinación que le despierta el sufrimiento y el dolor?

 

La “Locura” que experimenta Ella atraviesa por tres estadios: Tristeza, Dolor y Caos. Estas etapas reciben el nombre de unos personajes legendarios que cuenta la tradición que aparecían antes de que se produjera una gran desgracia: los tres mendigos. Casualmente Ella tiene tres figuras representativas de estos seres delante de la ventana por la que caerá el desdichado hijo de la pareja. El realizador utiliza al personaje de Ella para materializar su propia depresión, analizarla, darle una cara para poder enfrontarse a ella y finalmente derrotarla, aunque como cuenta Knud Romer, Lars Von Trier tiene un rótulo colgado en la puerta del estudio de su casa en el que aparece la siguiente frase: reina el Caos”, el Caos es el último y más feroz estadio por el que atraviesa la mujer, es terrible, ya que en él intenta matar a su esposo pero a la vez es en el que se siente más viva, más fiel a sí misma, etc.

Para concluir quisiera comentar que las escenas de la auto ablación (auto mutilación de los genitales femeninos) y eyaculación de sangre no son y repito, no son gratuitas ni reflejo de una mente calenturienta y morbosa, como estoy harta de oír constantemente. Esas son imágenes que aluden a un discurso mayor, a todo un conjunto de ideas que generan sentido… El morbo como no me cansaré de decir existe en el ojo de quien lo ve, no del artista que simplemente explora nuevos mecanismos y estrategias creativas. Por desgracia en la misma sala de cine tuve que soportar comentarios insultantes sobre lo depravado que es el director, sobre como se le había ido la olla, lo asqueroso que es, etc. Simplemente quisiera dar un consejo al público que acude a las salas: no vayáis al cine sin saber a lo que os vais a enfrentar y no critiquéis aquello que no entendéis.
Para finalizar este artículo comentaré algunas películas de las que podéis disfrutar todos aquellos que habéis disfrutado con Antichrist.

En Repulsión de Roman Polanski encontramos la historia de una chica, interpretada por una jovencísima y bellísima Catherine Deneuve, que sufre un deterioro psíquico debido a una terrible obsesión originada por un oscuro y turbulento secreto familiar. Como en Antichrist, el espacio donde se desarrolla la acción escogido por el director se convierte en un personaje más que manifiesta a través de sus transformaciones aquello que acontece a nivel emocional de los protagonistas. Polanski relata el proceso de aislamiento y enajenación del personaje mediante las paredes opresivas de un piso que se irán agrietando y decayendo como lo hará la frágil psique de la protagonista. El filme es terriblemente claustrofóbico e inquietante ya que el espectador asiste al derrumbe emocional de un ser humano completamente incapaz de pedir ayuda. El cineasta juega de manera soberbia con todos los elementos a su alcance para cargar de dramatismo el proceso de decadencia de la joven: la música, las sombras, planos cerrados de un ya de por sí minúsculo espacio narrativo, las grietas que destruyen las paredes, primerísimos planos de los ojos de la protagonista; pero la metáfora más tremebunda es la putrefacción de un conejo que la protagonista sacará del refrigerador pero que nunca cocinará…

 

En Persona de Ingmar Bergman encontramos otro filme “gemelo” de Antichrist. El genio sueco nos relata la historia de una actriz que padece una repentina pérdida de la capacidad de hablar. Su médico decide enviarla a una villa al lado del mar con su enfermera llamada Alma para que recobre fuerzas (como la pareja que se retira a Edén para intentar sanar sus heridas). Las dos mujeres establecerán una relación fantástica, pero poco a poco su idílica relación empezará a emponzoñarse…

Persona no sólo se asemeja a Antichrist en la trama, Bergman realiza al igual que Lars una búsqueda incansable de medios expresivos para capturar el reverso más oscuro de la naturaleza humana, la fascinación por el sufrimiento, el magnetismo de los instintos más depravados y básicos. Las dos películas rebosan de una belleza visual y un compendio de imágenes tan hipnóticas que el espectador queda embelesado atónito frente a la capacidad de los dos maestros de crear universos tan ricos en simbolismo y a la vez tan repletos de lecturas y significados. Sin duda ambas joyas del celuloide pueden entroncarse con la tradición simbolista y surrealista de realizadores como Luís Buñuel que marcó un hito en la historia del cine con su Perro Andaluz.

 

Bergman declaró en su libro Imágenes (1990) a propósito de esta película: “he rozado esos secretos sin palabras que sólo la cinematografía es capaz de sacar a la luz… Tengo la sensación de que en Persona he llegado al límite de mis posibilidades”.


Otra película que encierra cierto parentesco a nivel temático es Els sense nom de Jaume Balagueró. En este filme el afamado director catalán pretende responder al siguiente dilema: ¿Cuál es el acto más malvado posible? , ¿Aquel a raíz del cual se genere el dolor más insoportable que jamás cualquier persona haya experimentado? La historia gira en torno a una madre que sobrevive a la pérdida de su única hija, pero todo cambiará cuando reciba una llamada donde su interlocutora la llama mamá…
 




Otra gran obra del séptimo arte que podemos considerar “hermana” de Antichrist es Dies Irae de Carl Theodor Dreyer, obra maestra que nos relata el inconformismo y la lucha de una mujer por ser feliz a pesar de ser señalada por su entorno como vástaga del demonio. Esta bella y joven mujer está casada con un sacerdote protestante en pleno apogeo dogmático de esta religión, que además le dobla la edad. Además malvive relegada a las tareas domésticas y siempre bajo la atenta y escrutadora mirada de su suegra que sospecha que este tipo de vida no la hace feliz.


Todo transcurre con normalidad hasta que el joven y hermoso hijo del sacerdote se instala un verano en la casa familiar. La llegada de su “hijastro” supondrá un cataclismo en la vida de la joven, los dos jóvenes no podrán evitar enamorarse. El adulterio será descubierto y con él la joven será juzgada y estigmatizada como una ramera del diablo, por sucumbir a sus instintos más bajos, traicionar a su marido y sobretodo corromper con las delicias de la carne a un joven incauto.
Nada más, hasta aquí mi análisis, subjetivo y personal; seguramente muy distinto del que habréis realizado todos vosotros. No dudéis en compartirlo conmigo, la verdad es que me interesa muchísimo conocer las impresiones que esta masterpiece ha causado en el público.



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