CARNIVALE: auténtica delicatessen televisiva
Sin duda una de las mejores series de TV que ha creado
HBO, solamente con los títulos de crédito ya te transporta a un mundo mágico
poblado por seres extraños, donde la eterna lucha del Bien contra el Mal está a
punto de estallar de nuevo. Y todo ello mezclado con imágenes reales de la
época en la que transcurre la acción, esos agónicos tiempos inmediatamente
posteriores al crack del 29 (familias harapientas, hambre y desesperación, Ku
klux-Klan, pero también baile, sensualidad y búsqueda de evasión).
Esa búsqueda de evasión encuentra su máximo exponente
en la caravana de Carnivale, donde los más maravillosos y aterradores prodigios
son el entretenimiento perfecto de cientos de personas al borde del abismo que
ven como su triste existencia y rutina se rompe cuando aparece la feria en su
pueblo.
La serie, más allá de intentar ser un fiel retrato de
este contexto histórico y social, plantea la típica Batalla entre el Bien y el
Mal y la lucha entre el libre albedrío y el destino. La historia también mezcla
cristianismo con gnosticismo, masonismo y caballeros templarios. Además de
repasar con los trabajadores y habitantes de la feria todos los tipos de freaks
habidos y por haber: sanadores y algo más… (el personaje principal, Ben
Hawkins), psíquicas y adivinadoras del futuro (Sofie, interpretada por Clea
Duvall y su inquietante madre interpretada por Diane Salinger), hombres
forzudos y bailarinas exóticas que desafían a la muerte con sus enormes
serpientes, hermanas siamesas, un andrógino con mucho glamour, el hombre
serpiente, un mago ciego interpretado por Patrick Bauchau y su sarcástica
amante la mujer barbuda; esta pareja es sin duda uno de los puntazos más
divertidos de la serie, al igual que las bailarinas de striptease y su
tormentosa relación familiar, Samson, un enano que se encarga de dirigir el
espectáculo a las órdenes de un misterioso personaje que habita detrás de las
cortinas de una antigua y desvencijada caravana (aquel que mostrará cual es el
verdadero sino del protagonista: buscar y enfrontarse al Mal en una batalla
épica que puede suponer incluso su muerte…
Curiosamente
el actor que encarna al pequeño director (Michael J. Anderson) es uno de los
actores fetiches de David Lynch, evidentemente por su “deformidad” que
encaja perfectamente en el imaginario siniestro del gran cineasta. Este gran (a
nivel cuantitativo y por supuesto cualitativo) elenco de actores supuso elevar
exponencialmente el coste de la serie y fue por lo tanto, su grandeza y a la
vez su perdición.
La serie, producida por HBO en dos temporadas entre
septiembre del 2003 al marzo del 2005, fue creada por Daniel Knauf.
Además de sus enormes méritos de guión, atrezzo, etc., cuenta con la estupenda
música a cargo de Jeff Beal que realiza un tratamiento de ésta más allá
del típico hilo musical de una serie, encontramos en Carnivale un auténtico
abanico de la música de la época y unas piezas que nos transportan al mundo
circense lleno de magia y misterio, tan bien como logró hacerlo Tod Browning
en su Freaks (La parada de los monstruos) o el magnífico Ángelo
Badalamenti en las bandas sonoras de los maestros Jeunet y Caro
(Delicatessen, La Ciudad de los niños perdidos).
Cabe destacar como ya he hecho al inicio del artículo
los extraordinarios títulos de crédito, para mi uno de los mejores de la
historia de la televisión, al nivel de otras joyas como Six feet under, Masters
of Horror, The Twilight Zone o Alfred Hitchock presenta que
son obras de arte en sí mismos. A pesar de que el primer capítulo de la serie
supuso un record de audiencia en los Estados Unidos, la serie cada vez iba
perdiendo el respaldo de su audiencia, probablemente porqué esta no es una
serie al uso que pretende embriagar a sus seguidores con un ritmo trepidante y
unas tramas cada vez más surrealistas y complicadas (24 horas y Lost serían
buenos ejemplos de este tipo de series). Carnivale es un producto para
sibaritas, con una estética y una recreación histórica tan cuidadas que muy
pocos fueron capaces de empatizar con sus personajes y tramas. Además se la
calificó de “too weird”, demasiado rara, como si eso fuera algo negativo
para un producto audiovisual; al contrario, eso es un gran mérito y un
auténtico disfrute para aquellos que aman las series y en este caso para los
devotos de lo fantástico.
Carnivale fue cancelada después de 24 episodios (para
desesperación de muchos, que en ese momento tan álgido de la trama nos sentimos
profundamente defraudados).
A pesar de no contar con el respaldo del gran público,
muchos fueron los reconocimientos que la industria otorgó a la serie. El show
ganó 5 Emmys en 2004 y fue nominada con 10 premios Emmys
entre los años 2004 y 2006 y los productores recibieron un
auténtico alubión de peticiones para que la serie tuviera continuidad pero por
desgracia no fue así.
Las dos temporadas transcurren en la época de la
Depresión posterior al Crack del 29. Arranca con dos líneas argumentales: la
primera es la historia de un chico con extraños poderes curativos llamado Ben
Hawkins (Nick Stahl), que se une a una caravana de circo errante para trabajar.
Muy pronto Ben empezará a tener sueños y visiones surrealistas que lo situan en
un duelo con un personaje misterioso y cargado de maldad, un hombre llamado
Henry Scudder que hace años fue uno más del circo y que al igual que Ben poseía
unas habilidades muy inusuales.
La segunda línea argumental nos presenta a un
sacerdote Metodista, el Hermano Justin Crowe (personaje interpretado de forma
sobervia por Chanchi Brown), quien vive con su hermana Iris en California. Al
igual que Ben, el Hermano Justin tiene sueños proféticos y visiones
terroríficas acerca de un Ser Maligno. Justin está convencido de que Dios le ha
asignado una tarea Santa y va hacer lo que sea necesario para llevarla a cabo
(todo…). Pronto descubriremos que Justin resulta ser el antagonista de Ben.
El creador de la serie Daniel Knauf se dedicó durante
años al sector de los seguros de salud, influenciado quizá por el hecho de que
su padre padecía una rara enfermedad, llegando incluso a ser despreciado por su
entorno debido a las deformidades que la dolencia producía en él. Pero su sueño
era convertirse en guionista y con Carnivale fusionó sus dos mayores sueños:
dramatizar acerca del mundo del circo, que des de pequeño le apasionaba y
sobretodo sobre sus freaks a los que Daniel quería devolver su dignidad
y situar en su entorno natural como auténticos artistas que hacían las delicias
del público. Aunque siempre criticando esa barrera que el público levantaba
entre ellos, “los normales” y los otros, “los freaks”, engendros y
abominaciones de la naturaleza que al menos conseguían hacerles reír en esos
tiempos tan difíciles.
Le costó horrores que algún productor aceptará el
proyecto, pero finalmente lo consiguió, aunque su idea de llevar a cabo 6
temporadas nunca llegara a materializarse.
El episodio piloto, que se filmó durante 21 días,
supuso ya un revés para el creador debido al enorme presupuesto que la serie
demandaba y a las difíciles condiciones del rodaje. El segundo episodio no se
grabó hasta transcurridos 14 meses respecto a la grabación del piloto. Los
productores no veían claro que Carnivale pudiera convertirse en un producto (a
nivel de rentabilidad evidentemente, ya que su alto nivel artístico es
evidente).
Cuando la segunda línea argumental apareció con todo
el material sobre el personaje del Hermano Justin y todo el contexto sobre la
crisis de fe en esos malos momentos que los USA estaban atravesando, los
productores lo vieron más claro. Pero fue la irrupción de la familia de stripers
que Ben conoce en el circo y la gran sensualidad y sexualidad que aportaban a
la serie lo que acabó por convencerles para apoyar a Knauf.
La historia de Carnivale que Knauf había imaginado
consistía en una triología de libros de los cuales se harían 2 temporadas de 12
episodios para cada uno (muy similar al proyecto del que sí estamos
disfrutando: True Blood, aunque nunca se sabe cuando se puede caer una
serie… no quiero ser agorera porqué la verdad es que True Blood me ha
maravillado, tanto en su saga literaria como en su versión audiovisual y además
la segunda temporada va a estrenarse yaaaaaa!!!!). Evidentemente este sueño no
pasó de ser una quimera creativa.
El coste económico fue realmente desorbitado: 4
millones de dólares para cada episodio! Los escenarios eran realmente
complicados, la mayoría de la serie transcurre en desiertos y en ranchos de
Oklahoma, Texas y Nuevo México. Además la serie cuenta con un largo elenco de
actores y muchísimos medios y profesionales para realizar las grabaciones.
A todo ello debemos sumarle el minucioso trabajo de
diseño, tanto a nivel histórico (recreación de la época post-crack y del mundo
del circo, con sus caravanas, su mobiliario, etc.) como a nivel de vestuario y
caracterizaciones, muchos de los personajes de la serie son freaks y por
lo tanto se necesitaban muchas horas para caracterizarlos.
Para mi fue un gran descubrimiento y uno de los
mayores disfrutes a nivel audiovisual que jamás haya experimentado, me sentí
casi tan embriagada por la serie como cuando era adolescente y seguía con
auténtica devoción los capítulos semanales que Telecinco emitía de la gran X
Files. Y también me sentí igual de defraudada cuando dejaron de emitirla
(que poca sensibilidad y poca vergüenza que tienen algunos).
A pesar de ser una serie coral los personajes son
complejos y las tramas encajan unas con otras en una inmensa caja mágica.
La belleza de sus decorados, atrezzo y localizaciones
es resultado de una dedicación, esmero y pasión de todo el equipo que se palpa
hasta el más mínimo detalle. Es tal la sensación de verosimilitud que
experimentas al verla a pesar de ser una serie con componentes fantásticos y
por lo tanto inverosímiles, que en muchos capítulos llegas a sentir el viento
del desierto meciendo tu pelo y el calor abrasador castigando tu piel, así como
puedes casi tocar las texturas de los excitantes corpiños de las stripers y
bailar al son de su erótica música, sentir como se desliza por tu garganta la
delicada dulzura de la absenta que el personaje del mago bebe a menudo, notar
la demoníaca presencia del Mal y empezar a pedir perdón por tus pecados y
sobretodo experimentar como se eriza hasta el último pelo de tu cuerpo al ser
testigo de tanta belleza, a veces grotesca, incluso bizarra, estrafalaria y
extravagante, pero igualmente sublime.
THE BIG BANG
THEORY O CÓMO RETRATAR EL
UNIVERSO NERD
Muchas son las
películas y series norteamericanas en las que aparece la figura del
nerd, el raro o weird,
el freak o simplemente el adolescente o no tan adolescente con cierta
inclinación por la ciencia, los juegos de consola y ordenador, los
cómics o las series de ciencia ficción tipo Star
Trek
o la más reciente Galáctica.
Desde las coloridas y sensibleras películas de los años ochenta como la mítica El club de los cinco hasta la más contemporánea Bienvenidos a la casa de muñecas del siempre irreverente Todd Solondtz los realizadores siempre han intentado diseccionar el espíritu del nerd.
Desde las coloridas y sensibleras películas de los años ochenta como la mítica El club de los cinco hasta la más contemporánea Bienvenidos a la casa de muñecas del siempre irreverente Todd Solondtz los realizadores siempre han intentado diseccionar el espíritu del nerd.
El filme ochentero
intentaba retratar cinco perfiles habituales de los institutos
yanquis: la pija,
el deportista,
el estudiante
de matrículas,
el rebelde
de familia desestructurada y la rara,
chica vestida cómo no de oscuro (emo o gótica en el argot actual)
abstraída en ensoñaciones y con un talento especial, en este caso
el dibujo.
La película narra
el encierro en el instituto de estos variopintos y distantes
estudiantes a causa de un castigo. Este tiempo compartido les llevará
a abrir sus corazones y a comprender que son más las cosas que les
unen que las que les separan. Todos ellos están sometidos a algún
tipo de presión: la pija
debe agradar a todo el mundo, mantener su popularidad y ser
prejuzgada como la que lo ha tenido todo fácil por su condición
socio-económica; el deportista
se ve obligado a mantener el insaciable orgullo de un padre que no
conoce el concepto de fracaso; el rebelde
lucha contra los prejuicios de quiénes ven en él a un paria, a un
potencial fracasado; el estudiante
modelo
debe destacar siempre con matrículas para no defraudar a todos
aquellos que tienen su confianza depositada en sus facultades
intelectuales y la rara
simplemente paga un alto precio por ser diferente, por no vestir y
peinarse a la moda y por no tener como máxima aspiración el pillar
a un rico heredero para ser una amargada ama de casa…el precio de
la burla y el ostracismo constantes.
Quién haya visto la
película sabe que el rebelde
y la pija
inician un idilio (que durará tanto como su reclusión), que la rara
sufre una revisión estética por parte de la pija
que la convierte en una chica monísima (la maquilla, la peina y la
viste arrebatándole aquello que la hacia especial, al menos a nivel
estético). Y no olvidemos que en toda estética subyace una ética.
La premisa era muy válida pero su resolución apesta.
El nerd, el raro,
el freak no tiene porqué negar su naturaleza, sino todo lo
contrario, debe agarrarse a ella, ya que no hay nada más importante
para el individuo que su identidad y nada más espeluznante que ser
integrante de una masa en la que uno mismo es el clon exacto de
muchos otros.
Como dijo John
Stuart Mill,
la
extravagancia es el reflejo de la individualidad,
a quién le importa cómo vistas, cómo te peines; y si les importa
que les jod…
En el imaginario
colectivo siempre estarán Steve
Urkel, su
acordeón, sus tirantes y pantalones sobaqueros y sobretodo su
irrepetible he
sido yo?, cómo
olvidar también a la brujita pelirroja y empollona de Buffy
la caza vampiros con
la que hemos compartido tantas y aterradoras aventuras y qué decir
del más famoso vendedor de cómics de la historia, el entrañable
personaje de la magistral The
Simpsons,
ese gordito embutido en una camiseta tres tallas inferior a su medida
con esa panza y perilla tan sexys que nos ha deleitado con grandes
momentos como el episodio en que liberó a Xena
la princesa guerrera de
las depravadas intenciones de un archimaligno coleccionista.
The Big Bang Theory da un paso adelante respecto a estos esbozos y se convierte en todo un alegato a favor del orgullo de los freaks, los nerds, evidentemente plagado de tópicos pero también repleto de humor. Humor que puede parecer inofensivo o naif al lado de otras aproximaciones al universo nerd como la que realizó Todd Slodontz en Bienvenidos a la casa de muñecas en la cual no dejó títere con cabeza, tónica que seguiría en su posterior y estrafalaria filmografía.
The Big Bang
Theory
es un título claramente alusivo al mundo de la ciencia, ya que todo
en esta serie gira alrededor de ella, tanto que a veces es complicado
entender las bromas o los juegos de palabras, sobretodo si se ve en
vose, cosa que aconsejo fervientemente.
En los títulos de
crédito que por cierto alcanzan una velocidad ultrasónica ya
intuimos cual será el planteamiento de la serie, hablarnos del caos,
la entropía y las delirantes situaciones en las que se verán
envueltos sus protagonistas, a priori unos aburridos y racionales
científicos. Esa enorme amalgama de materia inerte que era la vida
de nuestros protagonistas explota a partir de la irrupción en sus
vidas de Penny,
una
eterna aspirante a actriz que se gana la vida como camarera en un
restaurante especializado en tartas. En el choque de estos universos
tan opuestos radican las primeras situaciones cómicas de la serie,
pero poco a poco Penny
se
irá convirtiendo en una más del grupo.
Este curioso grupo
de amigos dedicados en cuerpo y alma a la ciencia y a su hermana la
ciencia-ficción en sus ratos de ocio y distensión es como los
cuatro fantásticos,
siempre están juntos y siempre están explorando nuevas maneras de
divertirse. Entre sus aficiones destacan: asistir a ferias
renacentistas disfrazados de personajes medievales, buscar cómics
inéditos, jugar a juegos de roll de sobremesa y en red y a ajedrez
vertical, juegos que además tunean
añadiendo rayos láser, ir a fiestas de disfraces customizados como
teoremas científicos, jugar a paintball con los compañeros de otros
departamentos de la universidad y entre otras rarezas también tienen
la semana preparada de antemano con unas actividades que siguen a
rajatabla como lo hicieron grandes cerebros como Kant o Einstein,
maniáticos del orden y la disciplina (el más escrupuloso es por
supuesto Sheldon). Evidentemente conocen todos los capítulos de las
múltiples generaciones de Star
Trek
y todas sus películas y han creado un código de conducta y
convivencia redactado en su pertinente contrato al estilo treky.
Hablan klingon
y juegan a un dicctionary
klingoniano.
Han adaptado el universal juego de piedra-papel-tijeras a
piedra-papel-tijeras-lagartija-Spock, ah…y también hablan élfico,
etc. En un capítulo compran por ebay
una
máquina del tiempo original de una película de ciencia-ficción
clásica y se van turnando como chiquillos para jugar con ella.
Y, ¿cómo
son estos adorables freaks?
Sheldon
es doctor en física desde los catorce años y se dedica como sus
compañeros a la investigación. Es un individuo totalmente
antisocial que desconoce hasta los más rudimentarios códigos
sociales, no por haber padecido la marginación sino por considerar
el relacionarse con los demás una auténtica pérdida de tiempo.
Éste es empleado en el estudio para avanzar en su meta vital:
conseguir el Nobel. Pero el roce hace el cariño y sus compañeros de
trabajo y sobretodo su compañero de piso Leonard acaban por
instalarse en su frío y hasta entonces vacío corazón. Se
convierten en sus mejores amigos con los que comparte “a su manera”
sus inquietudes y sus ratos de ocio.
Cuando se enfada,
cosa que sucede muy a menudo, utiliza la técnica de “explosión
craneal” al más puro estilo Scanners
o
Braindead,
tu madre se ha comido a mi perro que
consiste en mirar fijamente al objeto de su enfado y concentrarse
para conseguir volarle la cabeza en mil pedazos. Siempre quiere tener
la última palabra y detesta equivocarse; acepta desafíos y apuestas
constantemente ya que su ego no acepta el error. Cuando está
nervioso se convierte en un manojo de tics como nuestro querido Quim
Monzó.
Además
tiene memoria fotográfica y es capaz de recordar con total nitidez y
lujo de detalles cualquier momento y situación acaecido a lo largo
de su vida. Disfruta y atormenta a los demás con un oído digno de
un superhéroe, nada se le escapa y este “superpoder” acarrea
broncas y sermones constantes a sus amigos que quizá decidan en
algún capítulo extirparle los tímpanos o directamente abandonarle
en una gasolinera; aunque él nunca lo haría…
A pesar de ser un
individuo soberbio, prepotente y desquiciante, aunque realmente es
tan inteligente que puede permitírselo, es entrañable. Le resulta
tan difícil entender sobre que permisas se fundamentan las
relaciones sociales que incluso en un episodio pretende aislar la
esencia o encontrar el algoritmo de la amistad mediante fórmulas y
premisas matemáticas.
Sheldon es un
personaje magnífico, perfectamente dibujado por el equipo de
guionistas de la serie y excepcionalmente interpretado por el actor
Jim Parsons. Acaba robándole el corazón al espectador como también
lo hace el personaje de House
con
quién comparte las dificultades para relacionarse con los demás, el
odio hacia la mediocridad y la extrema prepotencia derivada de la
consciencia de ser un ser excepcional. Pero debajo de esta máscara
se esconde un ser vulnerable, tierno y generoso.
Una de sus frases
más míticas es la siguiente: conozco
todo lo que forma parte del universo… pero ¿Radiohead?…
reformulo: conozco todo aquello importante que forma parte del
universo.
Wolowitz
es ingeniero aeronáutico, titulación que le acarrea la continua
burla de Sheldon. Este curioso y delirante personaje es un auténtico
experto en superposiciones y combinaciones imposibles de colores
estridentes, así como coleccionista de una inacabable colección de
hebillas con los motivos más variopintos (murciélago de Batman,
rayo de Flash
Gordon,
etc). Su dimensión kitsch
no sólo es patente en su forma de vestir, su manera de hablar es
enormemente barroca y sobretodo lasciva, muy lasciva. Para Howard el
sexo es cómo respirar, comer; una necesidad primaria y fisiológica
más. Ahuyenta a las mujeres ya que sus comentarios son hirientes,
descarados y sobretodo muy y muy vulgares.
Mantiene una
relación de amistad muy especial con Raj hasta el punto de parecer
en ocasiones una pareja con sus típicos reproches, discusiones
absurdas, celos y las más disparatadas situaciones. Además Howard
se convierte en el intérprete de Raj siempre que una mujer entra en
escena. A menudo salen a ligar por los más variopintos locales, en
un episodio deciden simular ser góticos y casi acaban con una
calavera tatuada en el culo.
Una de sus frase más
míticas es: si
ves a una chica con gafas de sol y un perro lazarillo es mía…
Raj
es astrónomo y es el encargado de dar el toque étnico al grupo ya
que es indio. Su indumentaria es también muy particular ya que suele
combinar camisas de cuadros y jerséis de lana con chaquetas de
chándal, sí esos chándales de colores vivos y de tejidos más
vivos aún que todos llevamos de pequeños, al menos los de mi
generación…
Es el más tímido
de los cuatro, también el más callado, aunque cuando habla casi
siempre es para dar en el clavo. Su timidez llega a tal extremo con
las mujeres que ha desarrollado una especie de “feminofobia” que
le impide hablar con ellas a no ser que se pegue un lingotazo antes.
Una de sus geniales
frases es: mi
padre no es rico, sólo tiene cuatro criados…
Leonard
también es físico como Sheldon y es sin duda su mejor amigo,
comparte piso con él y alguna que otra noche en vela por cualquier
paranoia que el acelerado cerebro de Sheldon hurda. Le conoce tan
bien que ha desarrollado unas elaboradísimas estrategias para evitar
sus ataques maniáticos, pero por desgracia tales estrategias casi
nunca funcionan. Es un ser paciente (para convivir con Sheldon hay
que serlo), leal, tierno y de gran corazón.
Su vida da un cambio
radical cuando una chica se instala en el piso de enfrente ya que se
enamora locamente de ella con sólo verla.
Sus frases son:
Sheldon!!!!
Quiero dormiiiir!!!!
¡Ahí vamos…!
(cada
vez que alguien hace un comentario que va a desatar la interminable y
pretenciosa verborrea de Sheldon).
Penny
es una chica rubia con el sueño de convertirse en una afamada actriz
pero de momento se conforma atendiendo con dulzura alos
clientes de la cafeteria en la que trabaja. Es la única que ha
depurado una técnica infalible para dejar fuera de juego a el
desbordante Sheldon: sus dos armas letalesson: uno, simplemente pasar
de él cuando no le entiende o se siente atacada y dos, usar el
sarcasmo, técnica desconocida por nuestro amigo superdotado, aunque
después de mucha práctica conseguirá convertirse en todo un master
del
sarcasmo, pero para entonces él y Penny habrán alcanzado una
relación llena de complicidad y mucho cariño. Muy tierno es el
episodio en que Penny le regala a Sheldon una servilleta usada por el
actor que dio vida a Spooke en la genuina Star
Trek sin
ser consciente de lo especial que sería este regalo para él.
También pasará a los aneles de los fanáticos de esta serie el
capítulo en el que Sheldon premia a Penny con chocolatinas para
controlar su comportamiento al más puro estilo El
encantador de perros.
Su frase: Pero,
¿que idioma habláis?.
Especial mención
merecen los progenitores de tales abominaciones y engendros de la
naturaleza (estoy bromeando...).
La
madre de Sheldon es
el
personaje
interpretado por la actriz que dio vida a la inolvidable hermana
policía de Rosanne
que
en este caso se enfunda en la piel de un ama de casa de Texas, sobre
protectora de su vástago y reflejo de la América más profunda. Es
creacionista (creencia que desata discusiones constantes son su hijo
evolucionista) y tan poco diplomática como él. Uno de sus
momentazos sucede cuando le propone a Raj visitar a una sanadora para
exorcizar
el demonio tercermundista que
le impide hablar con las féminas. Inolvidable es también el
episodio en que acude a cuidar a Sheldon ya que este se encuentra
enfermo y se convierte en un monstruo inaguantable y susceptible de
ser asesinado en cualquier momento por sus desquiciados colegas.
La madre
de Leonard es
una mujer distante y desconocedora absoluta de las habilidades para
relacionarse con los demás. Altiva, prepotente y muy irritante (¿no
os recuerda a alguien?). Absolutamente delirante el capítulo en el
que visita a su hijo y descubre en Sheldon a su alma gemela. ¿Quién
puede olvidar esa desternillante escena en que los dos cantan y
bailan al unísono en un karaoke?.
La madre
de Wolowitz es
la única de los progenitores de la que no conocemos su aspecto
físico ya que siempre que “aparece” en escena es mediante gritos
y surrealistas conversaciones con su hijo. Trata a Howard como a un
niño, le ridiculiza constantemente frente a sus amigos y no respeta
su intimidad. Es pesada, cansina, irritante, irreverente, agobiante y
muchos otros calificativos que omito porqué son demasiado
políticamente incorrectos. Esta relación materno-filial no es muy
lejana a la relación que el propio Norman
Bates
compartía con su adorable y muerta madre en Psicosis
del
maestro Hichtcock. Esperemos que Howard no pierda los nervios y se
repita la historia…
Los padres
de Raj son
indios y aunque parecen adorables en sus apariciones en la diminuta
pantalla de ordenador de Raj, esta pareja de padres hindúes es
terriblemente exasperarte; sobretodo para su hijo que ha cruzado
medio globo terráqueo para dejar a sus intolerables mentes atrás.
La pareja forma parte de la alta clase social india y sus
expectativas acerca de su heredero son las típicas de las familias
residentes en países en vías de desarrollo con posibilidades
económicas: ver cómo su hijo alcanza el éxito en la tierra
prometida (los USA)...
Ya son tres las
temporadas (dos enteras y cinco capítulos de la tercera, por lo
tanto ahora mismo está emitiéndose en los USA) con la que los
guionistas nos han regalado geniales y hilarantes situaciones.
Esperemos que nos aguarden muchas más.
Y ahora un pequeño
examen de conciencia para acabar: el que no sea freak
en algún aspecto, disciplina o hobby
que lance la primera piedra… ¿algún voluntario?.
¡Viva el orgullo
freak!