domingo, 17 de marzo de 2013

TOP 10 SERIES



CARNIVALE: auténtica delicatessen televisiva 



Sin duda una de las mejores series de TV que ha creado HBO, solamente con los títulos de crédito ya te transporta a un mundo mágico poblado por seres extraños, donde la eterna lucha del Bien contra el Mal está a punto de estallar de nuevo. Y todo ello mezclado con imágenes reales de la época en la que transcurre la acción, esos agónicos tiempos inmediatamente posteriores al crack del 29 (familias harapientas, hambre y desesperación, Ku klux-Klan, pero también baile, sensualidad y búsqueda de evasión). 

Esa búsqueda de evasión encuentra su máximo exponente en la caravana de Carnivale, donde los más maravillosos y aterradores prodigios son el entretenimiento perfecto de cientos de personas al borde del abismo que ven como su triste existencia y rutina se rompe cuando aparece la feria en su pueblo.
La serie, más allá de intentar ser un fiel retrato de este contexto histórico y social, plantea la típica Batalla entre el Bien y el Mal y la lucha entre el libre albedrío y el destino. La historia también mezcla cristianismo con gnosticismo, masonismo y caballeros templarios. Además de repasar con los trabajadores y habitantes de la feria todos los tipos de freaks habidos y por haber: sanadores y algo más… (el personaje principal, Ben Hawkins), psíquicas y adivinadoras del futuro (Sofie, interpretada por Clea Duvall y su inquietante madre interpretada por Diane Salinger), hombres forzudos y bailarinas exóticas que desafían a la muerte con sus enormes serpientes, hermanas siamesas, un andrógino con mucho glamour, el hombre serpiente, un mago ciego interpretado por Patrick Bauchau y su sarcástica amante la mujer barbuda; esta pareja es sin duda uno de los puntazos más divertidos de la serie, al igual que las bailarinas de striptease y su tormentosa relación familiar, Samson, un enano que se encarga de dirigir el espectáculo a las órdenes de un misterioso personaje que habita detrás de las cortinas de una antigua y desvencijada caravana (aquel que mostrará cual es el verdadero sino del protagonista: buscar y enfrontarse al Mal en una batalla épica que puede suponer incluso su muerte… 
Curiosamente el actor que encarna al pequeño director (Michael J. Anderson) es uno de los actores fetiches de David Lynch, evidentemente por su “deformidad” que encaja perfectamente en el imaginario siniestro del gran cineasta. Este gran (a nivel cuantitativo y por supuesto cualitativo) elenco de actores supuso elevar exponencialmente el coste de la serie y fue por lo tanto, su grandeza y a la vez su perdición. 



La serie, producida por HBO en dos temporadas entre septiembre del 2003 al marzo del 2005, fue creada por Daniel Knauf. Además de sus enormes méritos de guión, atrezzo, etc., cuenta con la estupenda música a cargo de Jeff Beal que realiza un tratamiento de ésta más allá del típico hilo musical de una serie, encontramos en Carnivale un auténtico abanico de la música de la época y unas piezas que nos transportan al mundo circense lleno de magia y misterio, tan bien como logró hacerlo Tod Browning en su Freaks (La parada de los monstruos) o el magnífico Ángelo Badalamenti en las bandas sonoras de los maestros Jeunet y Caro (Delicatessen, La Ciudad de los niños perdidos).
Cabe destacar como ya he hecho al inicio del artículo los extraordinarios títulos de crédito, para mi uno de los mejores de la historia de la televisión, al nivel de otras joyas como Six feet under, Masters of Horror, The Twilight Zone o Alfred Hitchock presenta que son obras de arte en sí mismos. A pesar de que el primer capítulo de la serie supuso un record de audiencia en los Estados Unidos, la serie cada vez iba perdiendo el respaldo de su audiencia, probablemente porqué esta no es una serie al uso que pretende embriagar a sus seguidores con un ritmo trepidante y unas tramas cada vez más surrealistas y complicadas (24 horas y Lost serían buenos ejemplos de este tipo de series). Carnivale es un producto para sibaritas, con una estética y una recreación histórica tan cuidadas que muy pocos fueron capaces de empatizar con sus personajes y tramas. Además se la calificó de “too weird”, demasiado rara, como si eso fuera algo negativo para un producto audiovisual; al contrario, eso es un gran mérito y un auténtico disfrute para aquellos que aman las series y en este caso para los devotos de lo fantástico. 

Carnivale fue cancelada después de 24 episodios (para desesperación de muchos, que en ese momento tan álgido de la trama nos sentimos profundamente defraudados).
A pesar de no contar con el respaldo del gran público, muchos fueron los reconocimientos que la industria otorgó a la serie. El show ganó 5 Emmys en 2004 y fue nominada con 10 premios Emmys entre los años 2004 y 2006 y los productores recibieron un auténtico alubión de peticiones para que la serie tuviera continuidad pero por desgracia no fue así. 

Las dos temporadas transcurren en la época de la Depresión posterior al Crack del 29. Arranca con dos líneas argumentales: la primera es la historia de un chico con extraños poderes curativos llamado Ben Hawkins (Nick Stahl), que se une a una caravana de circo errante para trabajar. Muy pronto Ben empezará a tener sueños y visiones surrealistas que lo situan en un duelo con un personaje misterioso y cargado de maldad, un hombre llamado Henry Scudder que hace años fue uno más del circo y que al igual que Ben poseía unas habilidades muy inusuales.
La segunda línea argumental nos presenta a un sacerdote Metodista, el Hermano Justin Crowe (personaje interpretado de forma sobervia por Chanchi Brown), quien vive con su hermana Iris en California. Al igual que Ben, el Hermano Justin tiene sueños proféticos y visiones terroríficas acerca de un Ser Maligno. Justin está convencido de que Dios le ha asignado una tarea Santa y va hacer lo que sea necesario para llevarla a cabo (todo…). Pronto descubriremos que Justin resulta ser el antagonista de Ben. 

El creador de la serie Daniel Knauf se dedicó durante años al sector de los seguros de salud, influenciado quizá por el hecho de que su padre padecía una rara enfermedad, llegando incluso a ser despreciado por su entorno debido a las deformidades que la dolencia producía en él. Pero su sueño era convertirse en guionista y con Carnivale fusionó sus dos mayores sueños: dramatizar acerca del mundo del circo, que des de pequeño le apasionaba y sobretodo sobre sus freaks a los que Daniel quería devolver su dignidad y situar en su entorno natural como auténticos artistas que hacían las delicias del público. Aunque siempre criticando esa barrera que el público levantaba entre ellos, “los normales” y los otros, “los freaks”, engendros y abominaciones de la naturaleza que al menos conseguían hacerles reír en esos tiempos tan difíciles.
Le costó horrores que algún productor aceptará el proyecto, pero finalmente lo consiguió, aunque su idea de llevar a cabo 6 temporadas nunca llegara a materializarse.
El episodio piloto, que se filmó durante 21 días, supuso ya un revés para el creador debido al enorme presupuesto que la serie demandaba y a las difíciles condiciones del rodaje. El segundo episodio no se grabó hasta transcurridos 14 meses respecto a la grabación del piloto. Los productores no veían claro que Carnivale pudiera convertirse en un producto (a nivel de rentabilidad evidentemente, ya que su alto nivel artístico es evidente).
Cuando la segunda línea argumental apareció con todo el material sobre el personaje del Hermano Justin y todo el contexto sobre la crisis de fe en esos malos momentos que los USA estaban atravesando, los productores lo vieron más claro. Pero fue la irrupción de la familia de stripers que Ben conoce en el circo y la gran sensualidad y sexualidad que aportaban a la serie lo que acabó por convencerles para apoyar a Knauf.
La historia de Carnivale que Knauf había imaginado consistía en una triología de libros de los cuales se harían 2 temporadas de 12 episodios para cada uno (muy similar al proyecto del que sí estamos disfrutando: True Blood, aunque nunca se sabe cuando se puede caer una serie… no quiero ser agorera porqué la verdad es que True Blood me ha maravillado, tanto en su saga literaria como en su versión audiovisual y además la segunda temporada va a estrenarse yaaaaaa!!!!). Evidentemente este sueño no pasó de ser una quimera creativa.
El coste económico fue realmente desorbitado: 4 millones de dólares para cada episodio! Los escenarios eran realmente complicados, la mayoría de la serie transcurre en desiertos y en ranchos de Oklahoma, Texas y Nuevo México. Además la serie cuenta con un largo elenco de actores y muchísimos medios y profesionales para realizar las grabaciones.
A todo ello debemos sumarle el minucioso trabajo de diseño, tanto a nivel histórico (recreación de la época post-crack y del mundo del circo, con sus caravanas, su mobiliario, etc.) como a nivel de vestuario y caracterizaciones, muchos de los personajes de la serie son freaks y por lo tanto se necesitaban muchas horas para caracterizarlos. 

Para mi fue un gran descubrimiento y uno de los mayores disfrutes a nivel audiovisual que jamás haya experimentado, me sentí casi tan embriagada por la serie como cuando era adolescente y seguía con auténtica devoción los capítulos semanales que Telecinco emitía de la gran X Files. Y también me sentí igual de defraudada cuando dejaron de emitirla (que poca sensibilidad y poca vergüenza que tienen algunos). 

A pesar de ser una serie coral los personajes son complejos y las tramas encajan unas con otras en una inmensa caja mágica.
La belleza de sus decorados, atrezzo y localizaciones es resultado de una dedicación, esmero y pasión de todo el equipo que se palpa hasta el más mínimo detalle. Es tal la sensación de verosimilitud que experimentas al verla a pesar de ser una serie con componentes fantásticos y por lo tanto inverosímiles, que en muchos capítulos llegas a sentir el viento del desierto meciendo tu pelo y el calor abrasador castigando tu piel, así como puedes casi tocar las texturas de los excitantes corpiños de las stripers y bailar al son de su erótica música, sentir como se desliza por tu garganta la delicada dulzura de la absenta que el personaje del mago bebe a menudo, notar la demoníaca presencia del Mal y empezar a pedir perdón por tus pecados y sobretodo experimentar como se eriza hasta el último pelo de tu cuerpo al ser testigo de tanta belleza, a veces grotesca, incluso bizarra, estrafalaria y extravagante, pero igualmente sublime.


THE BIG BANG THEORY O CÓMO RETRATAR EL 
UNIVERSO NERD 

 

Muchas son las películas y series norteamericanas en las que aparece la figura del nerd, el raro o weird, el freak o simplemente el adolescente o no tan adolescente con cierta inclinación por la ciencia, los juegos de consola y ordenador, los cómics o las series de ciencia ficción tipo Star Trek o la más reciente Galáctica.

Desde las coloridas y sensibleras películas de los años ochenta como la mítica
El club de los cinco hasta la más contemporánea Bienvenidos a la casa de muñecas del siempre irreverente Todd Solondtz los realizadores siempre han intentado diseccionar el espíritu del nerd.

El filme ochentero intentaba retratar cinco perfiles habituales de los institutos yanquis: la pija, el deportista, el estudiante de matrículas, el rebelde de familia desestructurada y la rara, chica vestida cómo no de oscuro (emo o gótica en el argot actual) abstraída en ensoñaciones y con un talento especial, en este caso el dibujo.

La película narra el encierro en el instituto de estos variopintos y distantes estudiantes a causa de un castigo. Este tiempo compartido les llevará a abrir sus corazones y a comprender que son más las cosas que les unen que las que les separan. Todos ellos están sometidos a algún tipo de presión: la pija debe agradar a todo el mundo, mantener su popularidad y ser prejuzgada como la que lo ha tenido todo fácil por su condición socio-económica; el deportista se ve obligado a mantener el insaciable orgullo de un padre que no conoce el concepto de fracaso; el rebelde lucha contra los prejuicios de quiénes ven en él a un paria, a un potencial fracasado; el estudiante modelo debe destacar siempre con matrículas para no defraudar a todos aquellos que tienen su confianza depositada en sus facultades intelectuales y la rara simplemente paga un alto precio por ser diferente, por no vestir y peinarse a la moda y por no tener como máxima aspiración el pillar a un rico heredero para ser una amargada ama de casa…el precio de la burla y el ostracismo constantes.

Quién haya visto la película sabe que el rebelde y la pija inician un idilio (que durará tanto como su reclusión), que la rara sufre una revisión estética por parte de la pija que la convierte en una chica monísima (la maquilla, la peina y la viste arrebatándole aquello que la hacia especial, al menos a nivel estético). Y no olvidemos que en toda estética subyace una ética. La premisa era muy válida pero su resolución apesta.

El nerd, el raro, el freak no tiene porqué negar su naturaleza, sino todo lo contrario, debe agarrarse a ella, ya que no hay nada más importante para el individuo que su identidad y nada más espeluznante que ser integrante de una masa en la que uno mismo es el clon exacto de muchos otros. Como dijo John Stuart Mill, la extravagancia es el reflejo de la individualidad, a quién le importa cómo vistas, cómo te peines; y si les importa que les jod…

En el imaginario colectivo siempre estarán Steve Urkel, su acordeón, sus tirantes y pantalones sobaqueros y sobretodo su irrepetible he sido yo?, cómo olvidar también a la brujita pelirroja y empollona de Buffy la caza vampiros con la que hemos compartido tantas y aterradoras aventuras y qué decir del más famoso vendedor de cómics de la historia, el entrañable personaje de la magistral The Simpsons, ese gordito embutido en una camiseta tres tallas inferior a su medida con esa panza y perilla tan sexys que nos ha deleitado con grandes momentos como el episodio en que liberó a Xena la princesa guerrera de las depravadas intenciones de un archimaligno coleccionista.

The Big Bang Theory da un paso adelante respecto a estos esbozos y se convierte en todo un alegato a favor del orgullo de los freaks, los nerds, evidentemente plagado de tópicos pero también repleto de humor. Humor que puede parecer inofensivo o naif al lado de otras aproximaciones al universo nerd como la que realizó Todd Slodontz en Bienvenidos a la casa de muñecas en la cual no dejó títere con cabeza, tónica que seguiría en su posterior y estrafalaria filmografía.


The Big Bang Theory es un título claramente alusivo al mundo de la ciencia, ya que todo en esta serie gira alrededor de ella, tanto que a veces es complicado entender las bromas o los juegos de palabras, sobretodo si se ve en vose, cosa que aconsejo fervientemente.

En los títulos de crédito que por cierto alcanzan una velocidad ultrasónica ya intuimos cual será el planteamiento de la serie, hablarnos del caos, la entropía y las delirantes situaciones en las que se verán envueltos sus protagonistas, a priori unos aburridos y racionales científicos. Esa enorme amalgama de materia inerte que era la vida de nuestros protagonistas explota a partir de la irrupción en sus vidas de Penny, una eterna aspirante a actriz que se gana la vida como camarera en un restaurante especializado en tartas. En el choque de estos universos tan opuestos radican las primeras situaciones cómicas de la serie, pero poco a poco Penny se irá convirtiendo en una más del grupo.

Este curioso grupo de amigos dedicados en cuerpo y alma a la ciencia y a su hermana la ciencia-ficción en sus ratos de ocio y distensión es como los cuatro fantásticos, siempre están juntos y siempre están explorando nuevas maneras de divertirse. Entre sus aficiones destacan: asistir a ferias renacentistas disfrazados de personajes medievales, buscar cómics inéditos, jugar a juegos de roll de sobremesa y en red y a ajedrez vertical, juegos que además tunean añadiendo rayos láser, ir a fiestas de disfraces customizados como teoremas científicos, jugar a paintball con los compañeros de otros departamentos de la universidad y entre otras rarezas también tienen la semana preparada de antemano con unas actividades que siguen a rajatabla como lo hicieron grandes cerebros como Kant o Einstein, maniáticos del orden y la disciplina (el más escrupuloso es por supuesto Sheldon). Evidentemente conocen todos los capítulos de las múltiples generaciones de Star Trek y todas sus películas y han creado un código de conducta y convivencia redactado en su pertinente contrato al estilo treky. Hablan klingon y juegan a un dicctionary klingoniano. Han adaptado el universal juego de piedra-papel-tijeras a piedra-papel-tijeras-lagartija-Spock, ah…y también hablan élfico, etc. En un capítulo compran por ebay una máquina del tiempo original de una película de ciencia-ficción clásica y se van turnando como chiquillos para jugar con ella.

Y, ¿cómo son estos adorables freaks?

Sheldon es doctor en física desde los catorce años y se dedica como sus compañeros a la investigación. Es un individuo totalmente antisocial que desconoce hasta los más rudimentarios códigos sociales, no por haber padecido la marginación sino por considerar el relacionarse con los demás una auténtica pérdida de tiempo. Éste es empleado en el estudio para avanzar en su meta vital: conseguir el Nobel. Pero el roce hace el cariño y sus compañeros de trabajo y sobretodo su compañero de piso Leonard acaban por instalarse en su frío y hasta entonces vacío corazón. Se convierten en sus mejores amigos con los que comparte “a su manera” sus inquietudes y sus ratos de ocio.

Cuando se enfada, cosa que sucede muy a menudo, utiliza la técnica de “explosión craneal” al más puro estilo Scanners o Braindead, tu madre se ha comido a mi perro que consiste en mirar fijamente al objeto de su enfado y concentrarse para conseguir volarle la cabeza en mil pedazos. Siempre quiere tener la última palabra y detesta equivocarse; acepta desafíos y apuestas constantemente ya que su ego no acepta el error. Cuando está nervioso se convierte en un manojo de tics como nuestro querido Quim Monzó. Además tiene memoria fotográfica y es capaz de recordar con total nitidez y lujo de detalles cualquier momento y situación acaecido a lo largo de su vida. Disfruta y atormenta a los demás con un oído digno de un superhéroe, nada se le escapa y este “superpoder” acarrea broncas y sermones constantes a sus amigos que quizá decidan en algún capítulo extirparle los tímpanos o directamente abandonarle en una gasolinera; aunque él nunca lo haría…

A pesar de ser un individuo soberbio, prepotente y desquiciante, aunque realmente es tan inteligente que puede permitírselo, es entrañable. Le resulta tan difícil entender sobre que permisas se fundamentan las relaciones sociales que incluso en un episodio pretende aislar la esencia o encontrar el algoritmo de la amistad mediante fórmulas y premisas matemáticas.

Sheldon es un personaje magnífico, perfectamente dibujado por el equipo de guionistas de la serie y excepcionalmente interpretado por el actor Jim Parsons. Acaba robándole el corazón al espectador como también lo hace el personaje de House con quién comparte las dificultades para relacionarse con los demás, el odio hacia la mediocridad y la extrema prepotencia derivada de la consciencia de ser un ser excepcional. Pero debajo de esta máscara se esconde un ser vulnerable, tierno y generoso.

Una de sus frases más míticas es la siguiente: conozco todo lo que forma parte del universo… pero ¿Radiohead?… reformulo: conozco todo aquello importante que forma parte del universo.

Wolowitz es ingeniero aeronáutico, titulación que le acarrea la continua burla de Sheldon. Este curioso y delirante personaje es un auténtico experto en superposiciones y combinaciones imposibles de colores estridentes, así como coleccionista de una inacabable colección de hebillas con los motivos más variopintos (murciélago de Batman, rayo de Flash Gordon, etc). Su dimensión kitsch no sólo es patente en su forma de vestir, su manera de hablar es enormemente barroca y sobretodo lasciva, muy lasciva. Para Howard el sexo es cómo respirar, comer; una necesidad primaria y fisiológica más. Ahuyenta a las mujeres ya que sus comentarios son hirientes, descarados y sobretodo muy y muy vulgares.

Mantiene una relación de amistad muy especial con Raj hasta el punto de parecer en ocasiones una pareja con sus típicos reproches, discusiones absurdas, celos y las más disparatadas situaciones. Además Howard se convierte en el intérprete de Raj siempre que una mujer entra en escena. A menudo salen a ligar por los más variopintos locales, en un episodio deciden simular ser góticos y casi acaban con una calavera tatuada en el culo.

Una de sus frase más míticas es: si ves a una chica con gafas de sol y un perro lazarillo es mía…

Raj es astrónomo y es el encargado de dar el toque étnico al grupo ya que es indio. Su indumentaria es también muy particular ya que suele combinar camisas de cuadros y jerséis de lana con chaquetas de chándal, sí esos chándales de colores vivos y de tejidos más vivos aún que todos llevamos de pequeños, al menos los de mi generación…
 
Es el más tímido de los cuatro, también el más callado, aunque cuando habla casi siempre es para dar en el clavo. Su timidez llega a tal extremo con las mujeres que ha desarrollado una especie de “feminofobia” que le impide hablar con ellas a no ser que se pegue un lingotazo antes.
Una de sus geniales frases es: mi padre no es rico, sólo tiene cuatro criados…
Leonard también es físico como Sheldon y es sin duda su mejor amigo, comparte piso con él y alguna que otra noche en vela por cualquier paranoia que el acelerado cerebro de Sheldon hurda. Le conoce tan bien que ha desarrollado unas elaboradísimas estrategias para evitar sus ataques maniáticos, pero por desgracia tales estrategias casi nunca funcionan. Es un ser paciente (para convivir con Sheldon hay que serlo), leal, tierno y de gran corazón.
 
Su vida da un cambio radical cuando una chica se instala en el piso de enfrente ya que se enamora locamente de ella con sólo verla.
Sus frases son: Sheldon!!!! Quiero dormiiiir!!!!
¡Ahí vamos…! (cada vez que alguien hace un comentario que va a desatar la interminable y pretenciosa verborrea de Sheldon).

Penny es una chica rubia con el sueño de convertirse en una afamada actriz pero de momento se conforma atendiendo con dulzura  alos clientes de la cafeteria en la que trabaja. Es la única que ha depurado una técnica infalible para dejar fuera de juego a el desbordante Sheldon: sus dos armas letalesson: uno, simplemente pasar de él cuando no le entiende o se siente atacada y dos, usar el sarcasmo, técnica desconocida por nuestro amigo superdotado, aunque después de mucha práctica conseguirá convertirse en todo un master del sarcasmo, pero para entonces él y Penny habrán alcanzado una relación llena de complicidad y mucho cariño. Muy tierno es el episodio en que Penny le regala a Sheldon una servilleta usada por el actor que dio vida a Spooke en la genuina Star Trek sin ser consciente de lo especial que sería este regalo para él. También pasará a los aneles de los fanáticos de esta serie el capítulo en el que Sheldon premia a Penny con chocolatinas para controlar su comportamiento al más puro estilo El encantador de perros.

Su frase: Pero, ¿que idioma habláis?.

Especial mención merecen los progenitores de tales abominaciones y engendros de la naturaleza (estoy bromeando...).

La madre de Sheldon es el personaje interpretado por la actriz que dio vida a la inolvidable hermana policía de Rosanne que en este caso se enfunda en la piel de un ama de casa de Texas, sobre protectora de su vástago y reflejo de la América más profunda. Es creacionista (creencia que desata discusiones constantes son su hijo evolucionista) y tan poco diplomática como él. Uno de sus momentazos sucede cuando le propone a Raj visitar a una sanadora para exorcizar el demonio tercermundista que le impide hablar con las féminas. Inolvidable es también el episodio en que acude a cuidar a Sheldon ya que este se encuentra enfermo y se convierte en un monstruo inaguantable y susceptible de ser asesinado en cualquier momento por sus desquiciados colegas.

La madre de Leonard es una mujer distante y desconocedora absoluta de las habilidades para relacionarse con los demás. Altiva, prepotente y muy irritante (¿no os recuerda a alguien?). Absolutamente delirante el capítulo en el que visita a su hijo y descubre en Sheldon a su alma gemela. ¿Quién puede olvidar esa desternillante escena en que los dos cantan y bailan al unísono en un karaoke?.

La madre de Wolowitz es la única de los progenitores de la que no conocemos su aspecto físico ya que siempre que “aparece” en escena es mediante gritos y surrealistas conversaciones con su hijo. Trata a Howard como a un niño, le ridiculiza constantemente frente a sus amigos y no respeta su intimidad. Es pesada, cansina, irritante, irreverente, agobiante y muchos otros calificativos que omito porqué son demasiado políticamente incorrectos. Esta relación materno-filial no es muy lejana a la relación que el propio Norman Bates compartía con su adorable y muerta madre en Psicosis del maestro Hichtcock. Esperemos que Howard no pierda los nervios y se repita la historia…

Los padres de Raj son indios y aunque parecen adorables en sus apariciones en la diminuta pantalla de ordenador de Raj, esta pareja de padres hindúes es terriblemente exasperarte; sobretodo para su hijo que ha cruzado medio globo terráqueo para dejar a sus intolerables mentes atrás. La pareja forma parte de la alta clase social india y sus expectativas acerca de su heredero son las típicas de las familias residentes en países en vías de desarrollo con posibilidades económicas: ver cómo su hijo alcanza el éxito en la tierra prometida (los USA)...

Ya son tres las temporadas (dos enteras y cinco capítulos de la tercera, por lo tanto ahora mismo está emitiéndose en los USA) con la que los guionistas nos han regalado geniales y hilarantes situaciones. Esperemos que nos aguarden muchas más.
Y ahora un pequeño examen de conciencia para acabar: el que no sea freak en algún aspecto, disciplina o hobby que lance la primera piedra… ¿algún voluntario?.

¡Viva el orgullo freak!