Cada época o
paradigma histórico-social de la humanidad ha mantenido dos factores
de forma continuada: el conflicto (entre étnias, naciones, imperios)
y alguna forma de servidumbre (esclavitud, proletariado y
¿próximamente IA?).
Todos conocemos lo
embriagador que es el poder (ese estatus que permite a quien lo posee
alzarse en una posición privilegiada sobre los demás, por lo tanto
establecer sus reglas, obligar a otros a que las cumplan de manera
directa o con subterfugios -esta es la peor de todas ya que son
muchos los que cumplen ese statu quo y ni siquiera son conscientes de
ello-; además de establecer una clara jerarquía social en la que
los que ocupan los peldaños inferiores cumplen los mandatos de los
situados arriba de la cadena trófica social).
Pero la explotación
o vulneración de los derechos de los demás acaba conduciendo
indefectiblemente a los menospreciados, explotados y ultrajados a
alzarse para alcanzar la liberación de las cadenas que los someten.
Tarde o temprano.
¿Serán los seres
creados a través de IA o aquellos alterados genéticamente la nueva
casta servil en los años venideros?
Ridley Scott
plantea esta cuestión en el año 1982 con su Blade
Runner,
que será recordado por todos aquellos cinéfilos amantes de la
ciencia ficción y del cyberpunk como el año del estreno de la que
es quizás la película más conocida del género. Blade Runner
transmite como ninguna el ambiente opresivo y decadente de un futuro
envilecido y cruel dónde el ser humano juega a ser Dios, infundiendo
vida sin tener en cuenta u obviando las consecuencias de este acto.
Prometeo descubrió el secreto de los dioses y fue castigado, así
son castigados los replicantes en Blade Runner; su único pecado:
intentar escapar de la esclavitud y ansiar la libertad. Además estos
seres disponen tan sólo de cuatro años de vida; sus creadores les
asignan arbitrariamente una "fecha de caducidad" para
evitar que se conviertan en una amenaza.
La película
describe un futuro en el que seres fabricados a través de la
ingeniería genética, a los que se denomina replicantes, son
empleados en trabajos peligrosos y degradantes en las "colonias
exteriores" de la Tierra. Son utilizados incluso como objetos de
placer sexual (prostitutas). Estos replicantes, fabricados por Tyrell
Corporation para ser "más humanos que los humanos",
especialmente los modelos Nexus-6, se asemejan físicamente a los
humanos - aunque tienen mayor agilidad y fuerza física - pero
carecen de la misma respuesta emocional y de empatía. Los
replicantes fueron declarados ilegales en el planeta Tierra tras un
sangriento motín. Un cuerpo especial de la policía, los blade
runners , se encargan de rastrear y "retirar" (i.e., matar)
a los replicantes fugitivos que se encuentran en la Tierra.
La sociedad orgánica
que nos muestra el film actúa como agente represor y aniquilador, en
este caso los burócratas, aquellos que poseen el poder, utilizan
como perros sabuesos a policías desencantados y sin escrúpulos para
mantener el statu quo. El personaje interpretado por Harrison Ford es
uno de estos mercenarios, pero algo cambiará sus planes: la
aparición de la bella Rachael, de quién se enamorará perdidamente.
Blade Runner
reflexiona sobre la IA y los peligros que entraña, ya que podría
acabar convirtiéndose en el nuevo servilismo de las sociedades
hipertecnologizadas. Los replicantes son obligados a ejercer de
prostitutas o militares; se convierten en objetos utilizados por el
hombre para realizar las tareas más denigrantes, pero como ya
planteó Descartes: ¿qué es lo que nos hace humanos?, ¿si los
replicantes sienten dolor, sufren y anhelan, no les convierte eso en
seres humanos? ¿Sí son capaces incluso de discernir entre el Bien y
el Mal (recordemos que el replicante Roy salva a Deckard de caer al
vacío en una de las secuencias más emblemáticas del film), acaso
no son humanos?... Estas disyuntivas sobre los seres creados a través
de IA se plantean en muchos otros films, importante destacar de entre
ellos a la magnífica Ghost in the Shell, que es sin duda otra
película imprescindible y para muchos de culto.
El determinismo es
infranqueable, si eres una máquina creada con la más puntera IA, tu
destino ya esta escrito. Este determinismo se encuentra en varias
novelas y relatos cyberpunk, por ejemplo en Un Mundo Feliz donde las
personas son incubadas y predestinadas desde que nacen para
pertenecer a diferentes castas con diferentes modus vivendi y
oportunidades predeterminadas: encontramos a los Alfas (destinados a
desempeñar los cargos públicos y ministeriales, los Betas: los
científicos, los Gammas, Deltas y Epsilones; por supuesto estos
últimos están predestinados a funciones tan gratificantes como
ejercer de barrenderos. En la magnífica cinta Gattaca ocurre algo
similar, pero en este caso es la manipulación genética la que dicta
la jerarquía social, aunque como podemos observar en el film, nadie
puede arrebatar al ser humano sus sueños ni dictarle su futuro.
Para finalizar cabe
destacar la secuencia emblemática dónde el replicante Roy no sólo
salva la vida de su perseguidor-exterminador, el agente Rick Deckard,
sino que asume la muerte y valora las experiencias vitales dónde ha
sido testigo de la Belleza y grandiosidad del Universo. Viendo esta
última secuencia el espectador se plantea cuestiones como las
siguientes: ¿Cómo puede una máquina ser capaz de emocionarse y de
disfrutar de lo sublime? ¿Qué nos diferenciaría de los nuevos
seres creados a partir de IA, si ya existieran, el logos- la
capacidad de razonar y crear enunciados lógicos-, las emociones, el
conocimiento de valores como la Justicia o la Belleza?; y ¿si todas
estas capacidades y aptitudes pudieran ser aprehendidas por los
nuevos seres?; ¿seriamos entonces superiores a ellos?, ¿qué nos
legitimaría a actuar contra ellos o a atacarlos como seres
inferiores, si al fin y al cabo serían nuestros semejantes?
Querría también
destacar las últimas palabras que el replicante Roy dirige a su
cazador:
"I've
seen things you people wouldn't believe. Attack ships on fire off the
shoulder of Orion. I watched c-beams glitter in the dark near the
Tanhauser Gate. All those ... moments will be lost in time, like
tears...in rain. Time
to die".
Son pocas las
secuencias de películas que han conseguido emocionarme de tal modo,
y todo ello reforzado por una de las fotografías más influyentes y
magicas dentro del género fantástico y una de las bandas sonoras
más imprescindibles de la historia del cine.
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