lunes, 30 de septiembre de 2013

BLADE RUNNER: ¿Por qué el ser humano necesita alguna forma de servidumbre para ser feliz?

Cada época o paradigma histórico-social de la humanidad ha mantenido dos factores de forma continuada: el conflicto (entre étnias, naciones, imperios) y alguna forma de servidumbre (esclavitud, proletariado y ¿próximamente IA?).

Todos conocemos lo embriagador que es el poder (ese estatus que permite a quien lo posee alzarse en una posición privilegiada sobre los demás, por lo tanto establecer sus reglas, obligar a otros a que las cumplan de manera directa o con subterfugios -esta es la peor de todas ya que son muchos los que cumplen ese statu quo y ni siquiera son conscientes de ello-; además de establecer una clara jerarquía social en la que los que ocupan los peldaños inferiores cumplen los mandatos de los situados arriba de la cadena trófica social).
Pero la explotación o vulneración de los derechos de los demás acaba conduciendo indefectiblemente a los menospreciados, explotados y ultrajados a alzarse para alcanzar la liberación de las cadenas que los someten. Tarde o temprano.

¿Serán los seres creados a través de IA o aquellos alterados genéticamente la nueva casta servil en los años venideros?

Ridley Scott plantea esta cuestión en el año 1982 con su Blade Runner, que será recordado por todos aquellos cinéfilos amantes de la ciencia ficción y del cyberpunk como el año del estreno de la que es quizás la película más conocida del género. Blade Runner transmite como ninguna el ambiente opresivo y decadente de un futuro envilecido y cruel dónde el ser humano juega a ser Dios, infundiendo vida sin tener en cuenta u obviando las consecuencias de este acto. Prometeo descubrió el secreto de los dioses y fue castigado, así son castigados los replicantes en Blade Runner; su único pecado: intentar escapar de la esclavitud y ansiar la libertad. Además estos seres disponen tan sólo de cuatro años de vida; sus creadores les asignan arbitrariamente una "fecha de caducidad" para evitar que se conviertan en una amenaza.


La película describe un futuro en el que seres fabricados a través de la ingeniería genética, a los que se denomina replicantes, son empleados en trabajos peligrosos y degradantes en las "colonias exteriores" de la Tierra. Son utilizados incluso como objetos de placer sexual (prostitutas). Estos replicantes, fabricados por Tyrell Corporation para ser "más humanos que los humanos", especialmente los modelos Nexus-6, se asemejan físicamente a los humanos - aunque tienen mayor agilidad y fuerza física - pero carecen de la misma respuesta emocional y de empatía. Los replicantes fueron declarados ilegales en el planeta Tierra tras un sangriento motín. Un cuerpo especial de la policía, los blade runners , se encargan de rastrear y "retirar" (i.e., matar) a los replicantes fugitivos que se encuentran en la Tierra.

La sociedad orgánica que nos muestra el film actúa como agente represor y aniquilador, en este caso los burócratas, aquellos que poseen el poder, utilizan como perros sabuesos a policías desencantados y sin escrúpulos para mantener el statu quo. El personaje interpretado por Harrison Ford es uno de estos mercenarios, pero algo cambiará sus planes: la aparición de la bella Rachael, de quién se enamorará perdidamente.

Blade Runner reflexiona sobre la IA y los peligros que entraña, ya que podría acabar convirtiéndose en el nuevo servilismo de las sociedades hipertecnologizadas. Los replicantes son obligados a ejercer de prostitutas o militares; se convierten en objetos utilizados por el hombre para realizar las tareas más denigrantes, pero como ya planteó Descartes: ¿qué es lo que nos hace humanos?, ¿si los replicantes sienten dolor, sufren y anhelan, no les convierte eso en seres humanos? ¿Sí son capaces incluso de discernir entre el Bien y el Mal (recordemos que el replicante Roy salva a Deckard de caer al vacío en una de las secuencias más emblemáticas del film), acaso no son humanos?... Estas disyuntivas sobre los seres creados a través de IA se plantean en muchos otros films, importante destacar de entre ellos a la magnífica Ghost in the Shell, que es sin duda otra película imprescindible y para muchos de culto.

El determinismo es infranqueable, si eres una máquina creada con la más puntera IA, tu destino ya esta escrito. Este determinismo se encuentra en varias novelas y relatos cyberpunk, por ejemplo en Un Mundo Feliz donde las personas son incubadas y predestinadas desde que nacen para pertenecer a diferentes castas con diferentes modus vivendi y oportunidades predeterminadas: encontramos a los Alfas (destinados a desempeñar los cargos públicos y ministeriales, los Betas: los científicos, los Gammas, Deltas y Epsilones; por supuesto estos últimos están predestinados a funciones tan gratificantes como ejercer de barrenderos. En la magnífica cinta Gattaca ocurre algo similar, pero en este caso es la manipulación genética la que dicta la jerarquía social, aunque como podemos observar en el film, nadie puede arrebatar al ser humano sus sueños ni dictarle su futuro.

Para finalizar cabe destacar la secuencia emblemática dónde el replicante Roy no sólo salva la vida de su perseguidor-exterminador, el agente Rick Deckard, sino que asume la muerte y valora las experiencias vitales dónde ha sido testigo de la Belleza y grandiosidad del Universo. Viendo esta última secuencia el espectador se plantea cuestiones como las siguientes: ¿Cómo puede una máquina ser capaz de emocionarse y de disfrutar de lo sublime? ¿Qué nos diferenciaría de los nuevos seres creados a partir de IA, si ya existieran, el logos- la capacidad de razonar y crear enunciados lógicos-, las emociones, el conocimiento de valores como la Justicia o la Belleza?; y ¿si todas estas capacidades y aptitudes pudieran ser aprehendidas por los nuevos seres?; ¿seriamos entonces superiores a ellos?, ¿qué nos legitimaría a actuar contra ellos o a atacarlos como seres inferiores, si al fin y al cabo serían nuestros semejantes?
Querría también destacar las últimas palabras que el replicante Roy dirige a su cazador:
"I've seen things you people wouldn't believe. Attack ships on fire off the shoulder of Orion. I watched c-beams glitter in the dark near the Tanhauser Gate. All those ... moments will be lost in time, like tears...in rain. Time to die".

Son pocas las secuencias de películas que han conseguido emocionarme de tal modo, y todo ello reforzado por una de las fotografías más influyentes y magicas dentro del género fantástico y una de las bandas sonoras más imprescindibles de la historia del cine.

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